Qué es la ecoansiedad y cómo nos afecta

Para los millennials, la idea de un colapso climático sonaba a ciencia ficción. Pero para la Generación Z es una realidad que genera parálisis, desánimo e impotencia, al punto de que cuatro de cada diez no planea tener hijos por ese motivo. Una investigadora da pistas para sobrellevar la ecoansiedad.

Esta semana hubo 52,2°C a la sombra en Irán. En la Antártida se está acelerando el crecimiento de flores nativas, lo que significa un punto de no retorno en uno de los ecosistemas más frágiles del planeta. Los desastres climáticos son cada vez más frecuentes y violentos. Y las olas de calor, más sofocantes que nunca, como se vio recientemente en Europa. El último informe del IPCC, el organismo de las Naciones Unidas que monitorea el cambio climático, fue determinante: se nos está acabando el tiempo para pegar un volantazo y revertir esta situación. Si para el 2030 la temperatura global aumenta más de 1,5º, enfrentaremos un  que amenazaría a toda la biodiversidad del planeta. Ser conciente de eso no es gratuito para la salud mental, sobre todo para los y las más jóvenes.Los y las millennials (quienes nacieron entre 1981 y 1996) crecieron con la vaga idea de que el efecto invernadero era algo que, en un futuro remoto, podría ser un problema. La conciencia de la importancia del reciclaje ya estaba instalada, aunque no había aún una bajada institucional tan clara con respecto a eso y la palabra “sustentable” no estaba en la agenda política. Sabían que había animales en peligro de extinción: ballenas, rinocerontes, tigres y elefantes, todas especies exóticas y lejanas. La idea de un colapso climático sonaba más a distopía y ciencia ficción que a una realidad concreta.
El panorama de las nuevas generaciones es completamente otro. Desde muy chicos saben que su futuro cercano está en riesgo y que posiblemente pasarán la mayoría de su vida experimentando los desafíos de habitar un planeta con un clima cada vez más extremo y violento. Las redes sociales, como espacio de intercambio y difusión masiva, agigantan y replican este mensaje, que para ellos y ellas es imposible de ignorar. Sentir que son las víctimas de las malas decisiones que tomaron sus predecesores, la frustración por no poder hacer nada para frenar este diagnóstico, culpa, falta de motivación, palpitaciones y angustia frente al rumbo que está tomando el planeta son algunos de los síntomas de la ecoansiedad: un fenómeno tipificado por la Asociación Americana de Psicología que hace referencia al miedo que sufren cada vez más personas con respecto al colapso climático.Este terror atraviesa a todas las generaciones, pero pega con más fuerza en los más jóvenes. Por eso, no es de extrañar que sean ellos y ellas quienes estén liderando, con figuras como Greta Thunberg, los reclamos de acción urgente más contundentes frente a los gobiernos y los organismos internacionales. Una encuesta reciente llevada a cabo por The Lancet, con 10 mil participantes de entre 16 y 25 años de 10 países diferentes, reveló que el 56% está extremadamente preocupado por la crisis ambiental y el 84%, al menos, moderadamente preocupado. El 45% aseveró que sus emociones con respecto a este tema afectan su desempeño diario, mientras que el 75% dijo que el futuro les resulta “muy aterrador” y que la gente ha fallado a la hora de cuidar al planeta (83%).Esta ansiedad se manifiesta, además, como una insatisfacción constante con respecto a las decisiones que están tomando los gobiernos para revertir esta situación y se plantea como una amenaza imposible de gestionar. En definitiva: estamos ante un pesimismo global que moldea las subjetividades de los y las adolescentes y jóvenes adultos y que impacta directamente en su forma de ver el mundo y de plantarse de cara al futuro. Un informe de la Universidad de Bath (2021), por ejemplo, indicó que cuatro de cada diez de ellos planea no tener hijos debido a este panorama.¿Cómo paliar la ecoansiedad?¿A qué responde esta ansiedad que produce, sobre todo en la Generación Z (quienes nacieron entre 1997 y el 2012) una fuerte sensación de parálisis, desánimo e impotencia? ¿Es posible paliarla de alguna forma? La activista e investigadora Flavia Broffoni ensaya algunas respuestas.–¿Qué lectura podés hacer de la ecoansiedad? ¿Qué nos está diciendo?–Están pasando varios fenómenos que tienen más que ver con lo sociológico que con lo psicológico y que apuntan a cómo enfrentamos colectivamente riesgos que, en términos individuales, nos representan miedos. Los miedos no son lo mismo que el terror: el miedo se genera a partir de una situación amenazante que nos hace accionar. Este fue, de hecho, nuestro mecanismo histórico de supervivencia por excelencia y lo que nos llevó a evolucionar como especie.–¿Por qué se habla de ansiedad y no de miedo frente al cambio climático?–El riesgo que representa hablar de datos científicos asociados a la crisis ambiental nos dispara miedo. La ansiedad es una emoción diferente, que se instala de forma social cuando ese miedo no es procesado. Entonces, lo que debería estar sucediendo es mirar el problema que estamos enfrentando a la cara y pensar de qué forma política podemos construir estrategias de adaptación y transición hacia esta nueva realidad que, en muchos aspectos, es inevitable, pero que es posible de gestionar de forma organizada. Como eso no sucede tenemos ansiedad, sentimos que no podemos hacer nada y lo vivimos con impotencia, porque los adultos psicológicos que son los políticos no hacen nada para contrarrestarlo; las empresas siguen funcionando como tal y la vida discurre. Pero, en algún lugar en nuestras cabezas, sigue operando esta información. Es algo inédito a nivel evolutivo: estar ante una amenaza tan enorme que, paradójicamente, es solucionable si cambiara el sistema pero que, al identificar que nadie hace nada, nos agarra ansiedad.–¿Es posible paliar la ecoansiedad?–En términos de “paliar”, primero hay que responder ante lo que está sucediendo de forma proactiva, protagonista y empoderada. La ansiedad aparece sobre todo en personas que no están involucradas políticamente con lo que sucede. Greta Thunberg siempre dice que la mejor receta contra la ansiedad es el activismo. Y eso me lleva a lo segundo: es importante poder habitar círculos donde sea normal hablar de esto, porque otra cosa que nos cercena es no poder conversarlo con franqueza. Habitar espacios donde se normaliza esto, que es perfectamente normal: sentirnos angustiados y ansiosos porque lo que va a pasar es muy terrible. Normalizar el duelo comunitario es importante y es algo que está muy mal visto. También pasa que los y psicólogas en general no tienen la menor idea de lo que está sucediendo y termina una informando al profesional de la situación de facto. Entonces, hay pocas herramientas desde lo terapéutico para lidiar con esto.

Fuente: Diario con Vos

Fecha 21/11/2024

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