En el día del árbol, Joaquín Ramallo, integrante de Eco Urbano y estudiante de la Tecnicatura Universitaria en Jardinería y de la Licenciatura en Biodiversidad, instó a pensar a los árboles como seres vivos sujetos de derecho, que no solo cumplen una función biológica sino, también, cultural que constituye los procesos de identificación de los pueblos.
El día del árbol “está bueno tomarlo como una celebración, porque los árboles son seres únicos”, dijo a AIM el tallerista de Eco Urbano, quien señaló: “La mayoría de las personas tal vez no lo ven así, como algo tan particular, pero la verdad es que permiten la vida y el desarrollo del ecosistema, de los diversos ecosistemas, como los distintos grupos de especies biológicas y tienen una plasticidad, adaptación y capacidad de transformación que permiten la vida y nuestra vida y el desarrollo de la ciudad”.
En ese sentido, indicó que es importante “reconocer el valor del árbol; entenderlos como otros seres vivos, como un sujeto de derecho, ya que no es un elemento más o un o un componente más, sino que es un ser vivo, con derechos, con un derecho también a un ambiente sano como nos merecemos nosotros, que forma parte de la salud dentro de las ciudades y eso es fundamental, ya que es un ser vivo que nos ayuda a mitigar y adaptarnos y hacer frente a la crisis climática que ya está acá”, por lo que “hoy, más que nunca, es fundamental plantar árboles, cuidarlos y protegerlos”.
Cambiar el paradigma de la razón instrumental del dominio y la cosificación de la naturaleza que nos arrastraron a un mundo que presenta un futuro distópico, donde ante la deforestación y la contaminación nos plantean escenarios globales oscuros, es una tarea de todos, ya que la deforestación tiene un fuerte impacto en el efecto invernadero: “Los indicadores no son buenos tanto a nivel global como regional, básicamente porque al haber menos árboles se ve limitado (casi anulado) el proceso de fotosíntesis – por el que se toman los gases de efecto invernadero, principalmente el dióxido de carbono y al producir alimento liberan el oxígeno-, por lo que todo el dióxido de carbono que no lo toma el árbol o los bosques queda en la atmósfera”, indicó el activista, quien explicó: “¿Qué pasa si queda en la atmósfera? Ese compuesto que tiene la capacidad de absorber calor se anula y se genera el famoso efecto invernadero. Entonces, de esa manera está vinculada la crisis climática que hoy ya estamos viviendo en distintas partes del mundo y la deforestación”.
El árbol, la memoria colectiva y los procesos de formación de identidades
Ante ese escenario, el activista consideró que “lo importante es contagiar el cariño o ese valor o esa apreciación de los árboles. No necesariamente uno tiene que ser un científico o un conocedor de todos los árboles, pero valorar el árbol que tenés en tu cuadra, en tu manzana, en tu barrio es importante”, ya que agregó: “Hay que saber cuáles son aquellas historias o memorias o, por ejemplo, aquellos árboles de la infancia que tus padres o tus abuelos jugaban o tienen algún recuerdo. Valorar esos pequeños detalles es fundamental. Va más allá de las funciones biológicas o de los servicios que hacen los árboles. Valorar los árboles también es un poco mejorar como persona, fortalecer unos valores de querer cuidar, de querer respetar a otro ser vivo”.
El día del árbol es una fecha “para reflexionar sobre las acciones que nosotros hacemos y cómo nos estamos manejando con nuestro entorno natural. ¿A qué voy con esto? No necesariamente tenemos que cuidar los árboles porque nos protegen del cambio climático. Básicamente hay que cuidarlos porque son otro ser vivo, porque cumplen un rol dentro del ecosistema, al igual que cuidamos a un animal, a las aves o a otros seres vivos. Cumplen un rol dentro del ecosistema y hay que cuidarlos por eso y también porque son parte de nuestra identidad y de nuestra cultura. No son ajenos. Los tipos de árboles marcaron qué se come, qué se produce en una comunidad, qué árbol se puede utilizar y qué no. Marcó mucho la cultura de diversas comunidades. Ahí también se mezcla un poco lo que es la biología, la historia, la cultura de los pueblos”.
En ese marco, señaló que “hay un árbol forestal a nivel nacional, que es el Quebracho Colorado Chaqueño, que está en peligro de extinción, que tiene un gran valor y por supuesto es una especie que ayuda contra el cambio climático, pero, también, formó parte históricamente de rituales y de memorias y de prácticas de pueblos originarios. Entonces es interesante pensar cómo los árboles, cómo la vegetación fue moldeando o fue creando una identidad en distintas pueblas”.
Pensar el desarrollo de las ciudades
La expansión urbana “es algo inevitable porque la población mundial va creciendo y se necesitan nuevos espacios, pero tenemos que preguntarnos de qué manera avanzamos a esos espacios que están más prístinos”.
Ante el crecimiento demográfico, “hay que repensar cómo se desarrollan y planifican las ciudades”, por lo que se presenta una disyunción: desmontando y abriendo nuevos loteos (cosificando la naturaleza) o adaptándonos a aquellos árboles que están en el ambiente (y convivir con la naturaleza).
“¿Desmontamos todo o vamos adaptando a aquellos árboles que ya están en esos ambientes que son árboles maduros o también ancianos? ¿Cómo los incorporamos en el diseño de los barrios, de las ciudades? Es una problemática que ocurre a nivel mundial, pero también se puede ver acá en la ciudad de Paraná o en distintas ciudades de la Argentina, que hay una falta de planificación urbana y se genera un gran crecimiento mal planificado que después trae aparejado un montón de problemáticas sociales, desde la acumulación de residuos, desde la falta de una salud integral para la gente que vive en estos barrios. Es decir, no es poca cosa planificar, planificar el desarrollo de las ciudades es fundamental (pensarlo en el corto, mediano y largo plazo) y en esos proyectos sí o sí tiene que estar lo que se llama la infraestructura verde. Más que nada los árboles tienen que estar en la planificación, se tienen que tener en cuenta”.
Fuente: AIM