La campaña “Remar contracorriente, por el agua y la vida” nos entusiasma futuro, y a la vez nos conecta con el pasado. La adhesión de nuestro sindicato docente AGMER a esta nueva iniciativa que reúne a más de 180 organizaciones en defensa del Río Paraná y las cuencas y ríos de América Latina, trajo enseguida la memoria de la lucha por el Paraná Medio. Quienes protagonizaron la gesta desde las escuelas, hoy ya gozan de la jubilación. Ha sido una travesía, remando entre cajas y archivos, conseguir fotos. En esos momentos no eran tan habituales como ahora y, si bien podía contarse con alguna cámara fotográfica, el revelado no era tan accesible.

Por eso esta nota solo contiene palabras, las que igualmente ilustran con claridad, el compromiso de muchos y muchas docentes que le pusieron el cuerpo a la lucha y la creatividad a la enseñanza. Esperamos sea la primera de otras, que despierten más recuerdos de aquellos maestros y maestras que fueron protagonistas desde el aula en la defensa del río.

Del rumor a la certeza

“En el año 1995, 96 comenzaba a haber un rumor de la construcción de una represa en Entre Ríos, era simplemente un rumor. Nos gobernaba en esos años Menem, que privatizó mucho, creo que privatizó todo lo que existía y que se podía privatizar” comienza recordando Sara Urrutia, maestra hoy jubilada, quien en ese momento participaba del Foro Ecologista de Paraná. Y recuerda también con detalle que la construcción de la represa se iba a dar a través de la empresa norteamericana Energy Developers International, la cual había presentado un proyecto en la Argentina para generar energía hidroeléctrica.

“Se empezaron a conformar organizaciones (…) Se empezó a averiguar, informarse, y comenzar una resistencia”, porque el rumor ya era una realidad. Y a Raúl Rocco y Luis Romero “se les ocurrió hacer una trayectoria maravillosa” evoca Sara en referencia a la remada histórica desde Yacyretá hasta Paraná que realizaron estos dos pescadores.

“La desaparición de la fauna, la destrucción de la flora, el desplazamiento de poblaciones” enumera Sara como algunos de los perjuicios que traería la represa. “Los docentes no podíamos estar ajenos de esta formación de conciencia. Nos empezamos a juntar, algunos más dispuestos que otros, logramos entusiasmarlos a todos.”

En esos momentos, Sara trabajaba en la escuela 194 “Filiberto Reula”, en el barrio Lomas del Mirador de la ciudad de Paraná. Después titularizó en la Escuela 24 “Maximio Victoria”, más conocida como ‘la escuelita de La Toma’, porque se ubica en el ingreso al barrio Toma Nueva (muy cercano al río y cuyo nombre hace referencia a la nueva toma de agua de donde se provee a toda la ciudad).

Sara desarrolló en esta escuela el resto de su carrera docente y allí se jubiló. Pero los recuerdos del trabajo realizado permanecen intactos, y nos ilustran en estos momentos en que la amenaza al río vuelve a hacerse presente.

La mirada transversal cuando aún no se hablaba de transversalidad

“El barrio pegado al río, muchas familias de pescadores. Comenzamos con Liliana Miño, mi compañera. Tenía los grados más chicos y ella los más grandes. Les contábamos a los chicos como un cuento lo que significaba la construcción de una represa.”

“Construimos un diccionario enciclopédico con todos los peces del río Paraná. En ese momento no existía algo así. Después el Parque PreDelta hizo uno.” Este diccionario incluía “palabras de la usanza de los pescadores, como malla” y también los procedimientos de construcción de sus elementos de trabajo. “También había una página de chistes que los chicos buscaban y armaban. Hicimos un ensayo de un cuento que se llamaba “Sucedió en la Toma”, donde contaban cómo vivían, la vida de los animales que cruzaban a la isla, y que eso no se iba a poder hacer cuando estuviera la represa”. Sara menciona que todo esto lo trabajaron con los pescadores y familias del barrio.

Para poder abordar la temática con los más chiquitos, dada la complejidad de lo que significa una represa, “buscamos ir por el lado de que amaran a los animales, al río. Enseñábamos el abecedario con los animalitos. Hicimos caretas de los animales (zorro, carpincho, rana) con lo que ellos encuentran en la zona.” Por su parte, los estudiantes más grandes hicieron folletería a modo de promoción turística del lugar.

Sara recuerda también que en ese momento habían hecho un curso de formación en Ecología donde proponía una manera diferente de abordar las problemáticas ambientales. Lo que la formación docente tradicional reducía al la Biología, este nuevo enfoque insinuaba la mirada integral, lo que años más tarde se plasmaría en los diseños curriculares de nuestra provincia y numerosa normativa acerca de la transversalidad como dimensión educativa. “En este curso nos decían que teníamos que enseñar desde el amor, el amor a las plantas, a los animales, se enseñaba de otra manera, y empezamos a trabajar así, a través de canciones, de poesías (… ) algunas experiencias resultaron muy buenas y otras no, como siempre sucede”.

Los directivos, recuerda Sara, les permitían trabajar los temas ambientales a través de la materia Ciencias Naturales. Pero las docentes le fueron encontrando la vuelta para abordarlo interdisciplinariamente. “Era toda una conexión con la curricula para no tener problema dentro de la escuela. Siempre hay problemas, hasta que vos te hacés fuerte y grande y resistís todo lo que te dicen y seguís para adelante.”

En su hacer memoria, Sara nombra a otra compañera maestra de música, Elenita Villagran, quien “les enseñaba canciones referidas al río, a la vegetación y bailaban chamarritas.”

Aprovecho la mención y me comunico inmediatamente con Elena, (otra compañera afiliada y militante de AGMER Paraná al igual que Sara) quien corrobora y amplía estos maravillosos recuerdos: “dramatizamos una canción de Jorge Méndez, las familias participaban, consiguieron una canoa sobre una tela celeste, iba el pescador con la red y la madre con el gurisito en la costa mientras el coro cantaba la canción”, recuerda emocionada. “Fue muy lindo, y sobre todo el acercamiento de la familia a la escuela era doblemente favorecedor porque se enteraba de esta lucha por el Paraná Medio.”

Los saberes culinarios también formaron parte del trabajo que Sara y sus compañeras llevaron adelante: “Hicimos recetarios a través de las familias, la receta del chupín, de las empanadas de sábalo, de las milanesas de raya”. Sara recuerda que fue Raúl Rocco quien le enseñó la receta de empanadas de pescado que ella cocina habitualmente. Empanadas que ofrece en la feria de alimentos saludables que se realiza en nuestro sindicato docente todos los meses.

Un poeta en el barrio

“Cuando Raúl Rocco creó la poesía (Orgullo de pescador) comenzamos a trabajarla en la escuela, aprovechando que Rocco era del barrio y los chicos lo conocían” El poema les permitía reflexionar sobre la importancia de defender el río. Sara recuerda que Rocco era “un cordobés que se vino a Paraná, se enamoró del lugar y se quedó a vivir acá”, a pocos metros del río.

El trabajo en la escuela con esta poesía “tuvo buena repercusión, la familia se acercó mucho, a partir de allí, la poesía de Rocco estuvo presente en todas las muestras anuales de fin de año, hasta que yo me jubilé, después no sé. Yo la dejé escrita como para que no se pierda, porque me parece muy importante hacerlo propio, tenían un poeta en el barrio y tenían que saberlo todos.”

Para seguir remando

La intensa actividad gremial de estos días, la lluvia y sobre todo el feriado de Carnaval me impiden acercarme a la escuela 24 tan rápido como quisiera para ver si quedan rastros del diccionario enciclopédico y del libro de lectura mencionados por Sara. Y si el poema de Rocco sigue presente en cada muestra de fin de año. Ya se dará.

Aunque mi experiencia docente en la vecina escuela secundaria “Toma Nueva” a partir de 2006, me demuestra que la sensibilidad ambiental sigue presente en el barrio. Eso será tema de otra nota. La remada contracorriente recién comienza.