Dulce espinillo, cicatrizante del monte entrerriano

En toda la provincia, comarca de las Selvas de Montiel, cada 28 de julio se celebra el Día del Árbol entrerriano, establecido por la ley Nº 1476 en 1901, en conmemoración a la 175º aniversario de la creación del Colegio Superior del Concepción del Uruguay “José Justo de Urquiza”. Desde el año 2020, se vincula dicha efeméride al espinillo, que fue elegido (entre más de 30 especies arbóreas originarias) como árbol emblema de nuestra provincia mediante una votación impulsada por del Consejo General de Educación (CGE), a través del Programa de Educación Ambiental (PEA), y la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER), a través del Jardín Botánico “Oro Verde” de la Facultad de Ciencias Agropecuarias (FCA).

El árbol, ese gigante verde

Churqui, aromo, espinillo,Vachellia caven: identidades para hablar de un mismo ser, protector de la vida ante cada incendio y desmonte que todo lo consume. Guardián y cuidador de los suelos arcillosos que te contienen. Generoso y dador de vida, te consideran el cicatrizante del espinal, siendo el primero que emerge luego de los disturbios ecológicos, dando refugio y siendo solidario para que crezcan tus aliados leñosos.

Monumento vegetal inigualable, con tu copa achaparrada típica de las especies leñosas rusticas del espinal, nos das sombra y refugio en nuestro andar por los caminos rurales hacia lo profundo de la tierra enterriana.

Sos refugio de biodiversidad y alimento para polinizadores. Tus ramas sinuosas son deseadas por las aves que desean construir sus nidos. En tu corteza con grietas profundas hospedas a la mariposa “Danzarina chica” (Riodina lysippoides) y “Frotadora menor sangrante” (Ministrymon sanguinalis).

Sos medicina, con tus raíces en decocción sos purgante y diurético, y con tus aceites perfumas el ambiente. Tu madera es mango de herramientas y parte de instrumentos musicales.

<< Pero con l’alma tan linda

 Que no le brota una queja

Que en vez de morirse triste

 Se hace flores de sus penas>>

El Aromo – Atahualpa Yupanqui.

El transcurso del invierno trae consigo vientos inundados con la fragancia del aromo, que a la distancia nos invita a su encuentro. Tu floración profusa nace antes que tu follaje, y tus flores endulzan los mates compartidos. El cemento de las ciudades y las podas excesivas te han desplazado del paisaje urbano, con un temor infundado hacia tus espinas juveniles, que luego desaparecen cuando el árbol llega a la adultez. ¿Y por qué aceptamos las espinas de los rosedales o los aguijones de los palos borrachos en nuestros bulevares? Por años hemos malquerido a nuestras especies nativas, mutilando y destruyendo nuestra identidad. Ante esto, gracias a la madre tierra, aún podemos exclamar que estamos en camino, a restaurar lo agredido, a reparar lo heredado y a reforestar con nuestras especies originarias el territorio de Entre Ríos.

Guardiana de nuestros hermanos vegetales

Imposible no recordar a quien por más de 30 años fue referente de la defensa de nuestro Patrimonio arbóreo en la provincia. María de Lourde Cura, fue presidenta de la Asociación Amigos del Árbol. En cada escuela que visitaba, plantaba árboles junto a la gurisada, sembrando en las juventudes un amor único hacia los grandes monumentos vegetales que nos cobijan. Desde el año 2021, una calle de Paraná cuenta con su nombre completo.

En su andar, María siempre recordaba el Himno al árbol, escrito por Juan Zorrilla de San Martín.

“Plantemos nuestros árboles

la Tierra nos convida 

cantando plantaremos

los himnos de la vida”

En homenaje a ella y a todo el amor que sembró, la recordamos con su testimonio.

Elaboración: Fundación Eco Urbano. 

Fecha 12/09/2024


 

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