Descubre cuánta agua es necesaria para producir alimentos y por qué el agua que consumimos tiene diferentes colores según su fuente y uso, además de su impacto en el medio ambiente.
El agua es la base de la vida en nuestro planeta. Más de las tres cuartas partes de la superficie de la Tierra está compuesta de ella, pero sólo el 2,5% es dulce y gran parte de ella está congelada o atrapada en acuíferos de difícil acceso. Si solo consideramos la cantidad disponible para consumo humano, la cantidad disponible no es siquiera el 0,01% de la cantidad total y la distribución en todo el mundo es muy desigual.
La necesidad de agua es transversal a todos los aspectos de nuestras vidas. Es esencial para la agricultura y ganadería, la industria, la producción de energía, la salud e higiene, el turismo y el entretenimiento, sin olvidar por supuesto su importancia para el consumo directo.
La evaluación de la huella hídrica de cualquier producto o actividad se realiza mediante la clasificación, que asigna diferentes “colores” al agua en función de su origen y uso previsto.
Agua azul
Es la procedente de masas de agua superficiales y subterráneas, como ríos, arroyos, lagos, lagunas, embalses y acuíferos, que es reutilizable y tiene una “huella hídrica azul” cuando se evapora o se incorpora a los productos que la utilizan. Ejemplos de sus usos incluyen el riego de cultivos y el consumo de ganado.
Agua verde
Es la almacenada en el suelo, absorbida por las raíces de las plantas y retenida en el tejido vegetal. A diferencia del agua azul, esta sólo se utiliza en la agricultura. La “huella hídrica verde” se refiere a la cantidad que pierden las plantas por transpiración o añadida a productos derivados de ellas, como textiles o piensos para el ganado.
Agua gris
Las grises, por otro lado, se definen como la cantidad necesaria para diluir un contaminante a un nivel seguro. Incluye muchas formas diferentes de contaminantes y aunque las normas ISO que regulan la huella hídrica no la mencionan oficialmente, su consideración es importante en la investigación. La huella gris suele estar asociada con aguas residuales industriales.
También hay dos tipos que no se incluyen en el concepto de huella hídrica porque no son aptas para su uso.
Por un lado, están las aguas blancas, que se evaporan inmediatamente después de la lluvia y nunca se utilizan para ningún otro proceso, ni ambiental ni artificial.
El extremo opuesto son las aguas negras, muy contaminadas, incapaces de ser depuradas por métodos convencionales.
Los desastres ecológicos causados por actividades humanas son una realidad compleja, en la que las causas y consecuencias están distribuidas de manera desigual a escala global. Un pequeño número de países, empresas y estilos de vida son responsables de la mayoría de las consecuencias, mientras que la gente común y corriente en realidad tiene muy poca responsabilidad.
Sin embargo, esto no excluye la posibilidad de que los consumidores comunes podamos hacer una contribución positiva. Si bien el impacto individual puede parecer pequeño, la adopción generalizada de prácticas de consumo diario más sostenibles podría tener un impacto significativo en la reducción del uso del agua.
Estas prácticas incluyen elegir conscientemente alimentos que utilicen menos agua, favoreciendo los alimentos producidos localmente, de temporada o cultivados en zonas con abundancia.
A menudo se sugiere reducir el consumo de carne como una estrategia eficaz debido a su mayor demanda de agua en comparación con los productos agrícolas. Sin embargo, cabe señalar que la huella hídrica no debe juzgarse únicamente por el peso del producto. Comparar directamente los alimentos por peso, aunque útil, puede resultar engañoso debido a las diferencias en el valor nutricional. Por ejemplo, aunque medio kilo de pollo requiere casi el doble de agua que medio kilo de espárragos, el valor nutricional y el contenido calórico de cada uno es muy diferente. Entonces, en términos de eficiencia hídrica y energética, los alimentos animales como el pollo pueden ser más eficientes que algunos alimentos vegetales como los espárragos.
De manera similar, hay productos alimenticios cuya huella hídrica, aunque grande, no refleja plenamente su impacto en el consumo diario porque la cantidad de agua utilizada es muy pequeña. Por ejemplo, un café tostado con un consumo de agua de casi 19.000 litros/kg o un café con vainilla de más de 125.000 litros/kg pueden parecer extremadamente intensivos en agua a primera vista, pero la cantidad real de agua utilizada cada día es muy pequeña. Por ejemplo, una taza de café con leche requiere unos 4 gramos de café y unos 150 gramos de leche, en este caso, el contenido de agua del café con leche se estima en unos 230 litros, de los cuales casi el 70% es leche.
Es importante evaluar la huella hídrica de un producto en un contexto comparable. Es razonable y coherente comparar la huella hídrica de alimentos similares, como diferentes carnes, frutas, verduras y especias. Comparar directamente productos de diferentes categorías carece de rigor científico.
Desde esta perspectiva, podemos tomar decisiones más informadas y sostenibles centrándonos en cambios prácticos que realmente promuevan la conservación del agua.
Según un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se estima que la producción de alimentos a nivel mundial consume aproximadamente 70% del agua dulce disponible en el planeta. Esto equivale a unos 1,5 billones de litros de agua al año. Pero cuánta se consume en la producción de estos alimentos?
La producción de carne a nivel mundial consume alrededor de 20.000 litros de agua por cada kilogramo de carne producido. Estos datos incluyen cuánta agua es utilizada en la producción de alimento para el ganado, como el agua utilizada en el proceso de cría, transporte y procesamiento de la carne.
La cantidad utilizada en la producción de verduras a nivel mundial puede variar dependiendo de factores como el tipo de cultivo, el clima, las prácticas agrícolas, la tecnología utilizada, entre otros. En general, se estima que la producción de verduras consume alrededor de 237 litros por kg de producto cosechado.
Los valores de cuánta agua se consume pueden variar significativamente dependiendo de factores regionales y prácticas agrícolas específicas. Por ejemplo, cultivos como el maíz y el arroz pueden requerir una cantidad muy alta en comparación con otros tipos de verduras.
La producción de café a nivel mundial consume alrededor de 140 litros por cada taza de café producida. Esto incluye el agua utilizada en la producción de los granos de café, en el proceso de tostado y en la preparación de la bebida final. Se estima que la industria del café es responsable de consumir aproximadamente 20.000 litros por cada kilogramo de café producido.
Y cuánta se necesita para que podamos comernos un chocolate? La producción de chocolate consume aproximadamente 24,000 litros por cada kilogramo de chocolate producido. Esto se debe al proceso de cultivo del cacao, la producción de la manteca de cacao y la elaboración del chocolate en sí.
Se estima que la producción de un litro de leche requiere alrededor de 1,020 litros de agua, considerando la cantidad utilizada en el riego de cultivos para la alimentación del ganado, la consumida por los animales y la necesaria para la limpieza y operación de las instalaciones de producción.
Cuánta lleva la producción de aceite de oliva? A nivel mundial puede variar dependiendo de diversos factores, como el clima, el tipo de cultivo, las prácticas de riego, entre otros. Sin embargo, se estima que cada litro de aceite de oliva producido puede requerir entre 2,000 y 6,000 litros, dependiendo de las condiciones específicas de cada región.
En términos generales, la producción de aceite de oliva es considerada como un cultivo que requiere una cantidad significativa de agua, lo que puede tener un impacto en la disponibilidad de este recurso en regiones donde se cultiva este producto de manera intensiva. Por lo tanto, es importante implementar prácticas sostenibles de gestión del agua en la producción de aceite de oliva para reducir su huella hídrica.
El agua es un recurso limitado y esencial para la vida, tomar conciencia de cuánta consumimos es clave. La agricultura es uno de los sectores que más consume a nivel mundial, por lo que es fundamental buscar formas de reducir el uso excesivo de este recurso.
Algunas formas de ahorrar agua en la producción de alimentos incluyen la implementación de sistemas de riego más eficientes, la recolección y reutilización del agua de lluvia, el uso de cultivos resistentes a la sequía, la rotación de cultivos y la aplicación de prácticas de conservación del suelo. Además, es importante concienciar a los agricultores sobre la importancia de utilizarla de forma responsable y sostenible.
Ahorrar agua en la producción de alimentos no solo contribuye a la conservación de este recurso tan vital, sino que también puede ayudar a reducir los costos de producción y aumentar la rentabilidad de los agricultores. Por lo tanto, es fundamental fomentar prácticas sostenibles en la producción de alimentos para garantizar la seguridad alimentaria a largo plazo.
Fuente: Ecoportal