El cortoplacismo y la necesidad de querer crecer económicamente sin parar y sin tener en cuenta los daños colaterales son la raíz de la actual crisis climática y de biodiversidad. En otras palabras: la infravaloración de la naturaleza es la base de la crisis ambiental a la que nos enfrentamos.
Un estudio científico publicado este miércoles en la conocida revista científica Nature le pone nombre a esta problemática: crisis de valores, es decir, priorizar los criterios económicos sobre otro tipo de valores que podemos otorgarle a la naturaleza y el medio ambiente, como puede ser el valor social o cultural.
Si bien muchas personas valoran la naturaleza más allá del aspecto monetario, quienes toman las decisiones políticas y económicas no lo hacen, denuncian sus autores, quienes consideran que el primer paso para afrontar ambas crisis ambientales implica romper este pensamiento.
“Gran parte de la responsabilidad recae en quienes tienen mayor poder de influencia a la hora de establecer una serie de valores prioritarios», señala el investigador del BC3 Unai Pascual, quien ha liderado la investigación. En este sentido, Pascual no duda en señalar como principales culpables a «las estructuras de poder» que buscan mantener «unas ideas de desarrollo asociadas con un modelo económico capitalista o neoliberal”. Este tipo de actores –dice– buscan el crecimiento perpetuo sin tener en cuenta las posibles consecuencias en el clima y la biodiversidad.
La idea de la crisis de valores no es estrictamente nueva. Este concepto y el artículo recién publicado derivan de un informe de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) de julio de 2022. Aquel trabajo, copresidido por Unai Pascual, fue aprobado por los 139 Estados miembros del IPBES. Ahora, esta nueva investigación –revisada por especialistas ajenos al estudio– viene a actualizar y confirmar los hallazgos de entonces tras analizar más de 50.000 publicaciones científicas, documentos de políticas y fuentes de conocimiento indígena y local.
En la actualidad, los valores de la naturaleza basados en el mercado, como puede ser los asociados con los alimentos producidos de forma intensiva, «tienden a prevalecer sobre los valores que no están basados en el mercado», señala el grupo de especialistas. Aquellos valores asociados a otras muchas contribuciones de la naturaleza a las personas, como puede ser la adaptación al cambio climático o sustentar las identidades culturales, «son igual de esenciales para conseguir sociedades justas y sostenibles».
Asimismo, el artículo apunta a que las políticas de conservación de la biodiversidad (como la expansión de las redes de áreas protegidas) marginalizan con frecuencia «los valores de las comunidades locales y de los pueblos indígenas, quienes, en muchos casos, han asegurado la protección de la biodiversidad de sus territorios».
Cuatro vías para el cambio
Para intentar desprenderse de esta lógica dañina para la naturaleza, los autores hablan de la necesidad de impulsar un cambio transformador hacia un futuro más justo y sostenible. Para ello, insisten, es fundamental despegarse de la predominancia de los beneficios a corto plazo y del crecimiento económico a toda costa.
Para lograr esta utopía, el estudio identifica cuatro “enfoques centrados en valores”, o como lo define Unai Pascual, cuatro palancas de cambio. La primera es reconocer la diversidad de valores respecto a la naturaleza. La segunda es incorporar esos valores diversos en la toma decisiones en todos los sectores. La tercera es reformar las políticas y marcos institucionales.
La cuarta y última palanca para el cambio es “la más importante y más difícil”, reconoce Pascual. Consiste, según recoge el artículo, en “cambiar las normas sociales para respaldar los valores alineados con la sostenibilidad”. Aunque el investigador vasco lo explica de forma más clara: se trata de “redefinir conceptos tan manidos como progreso, desarrollo y bienestar”.
Bajo esta premisa, el estudio recoge varias vías del futuro como la economía verde, el decrecimiento, la administración de la Tierra y la protección de la naturaleza. Además, el equipo de especialistas pide realizar una mejor evaluación de los puntos de vista y valores de los pueblos indígenas y las comunidades locales, así como integrarlos en la formulación de políticas, para promover decisiones más justas.
En base a estos hallazgos, los autores del estudio piden equilibrar los valores que cimientan las estructuras sociales (como las instituciones legales) promoviendo valores bien arraigados como el cuidado, la solidaridad, la responsabilidad, la reciprocidad y la justicia, tanto hacia las personas como hacia la naturaleza.
Fuente: Climática – La Marea