Por Patricio Eleisegui
En el reporte más reciente presentado a sus accionistas, #Bioceres informó que suman 25 los molinos de todo el país que, sólo en el último año, compraron trigo transgénico #HB4 –tratado con el mortífero glufosinato de amonio– y generaron harina para panificadoras y fábricas de tapas de empanadas.
Molino Esmeralda es uno de ellos. Ubicado en la localidad santafesina de, justamente, Esmeralda, el establecimiento es propiedad del grupo Forzani y comercializa su harina bajo la marca #Molenza en bolsas de 25 y 50 kilos.
Agustín Forzani, socio gerente de la empresa, detalló recientemente que el 60 por ciento del producto a base de HB4 que genera #MolinoEsmeralda es adquirido por panaderías de todo el país, mientras que otro 10 por ciento corresponde a elaboradores de pastas y empanadas.
Un textual de Forzani expone la impunidad con que operan Bioceres y sus socios: “Hace tres años que procesamos trigo HB4, fueron 2.500 toneladas en 2021 y 8.000 toneladas en la 2022″. La cita aparece en un artículo de Agrofy News publicado este lunes 27.
El detalle funesto está en que la gestión Fernández-Fernández recién habilitó la comercialización del trigo transgénico en mayo de 2022.
Lo expuesto por el ejecutivo de Molino Esmeralda devela que la industria molinera argentina comenzó a procesar el OGM al menos un año antes de que se otorgara el permiso oficial para introducir el HB4 en alimentos y comestibles.
Nada de esto podría haber ocurrido sin la venia del gobierno de turno. Estamos comiendo trigo transgénico bañado con glufosinato de amonio desde 2021.
Por obra y gracia de un capital privado que continúa actualizando la idea de Argentina como país de sacrificio. Y una dirigencia política que desprecia la salud pública y ecosistémica y sólo representa los intereses del peor de los empresariados.
Agrego otros detalles: en su informe elevado a NASDAQ, la “Monsanto argentina” reconoce al menos 50.000 hectáreas sembradas con el transgénico inmune al veneno glufosinato de amonio. La empresa sigue sin dar datos exactos respecto de dónde están ubicados los lotes en los que brota la manipulación de laboratorio. Dice operar bajo un programa de “identidad preservada”.
Reitero: nada de esto podría ocurrir sin la venia del Gobierno de turno.
Sin embargo, en uno de los documentos internos de la firma puede constatarse que, en la campaña reciente, Bioceres midió el rendimiento del organismo genéticamente modificado en zonas aledañas a localidades y ciudades distribuidas en provincias como Santa Fe, La Pampa, Córdoba y Buenos Aires.
Las poblaciones mencionadas: Udaquiola, Alejo Ledesma, Las Petacas, Coronel Suárez, Estrugamou, Carhué, Salazar, Rancagua, La Carlota, Macachín y General Rivas.
La empresa reconoce que en el último año realizó más de 25 nuevos ensayos en distintas áreas de la Argentina, los cuales “se suman a los más de 120 realizados en los últimos 7 años”. Un experimento a cielo abierto que incluye pulverizaciones con un agrotóxico –el mencionado glufosinato de amonio- hasta 15 veces más tóxico que el cancerígeno glifosato.