En el marco de su práctica curricular «Voces locales, saberes ambientales» de la Licenciatura en Comunicación Social (FCEDU-UNER), Ireí Berduc nos acerca su segundo artículo periodístico-ensayístico. Nos convoca a observar nuestro vínculo con el agua, las cuencas, los ecosistemas y la naturaleza. ¿Es posible cambiar tal conexión a través de pequeñas acciones o necesitamos un enfoque colectivo más profundo?
Introducción
Tal vez recordemos que en la escuela primaria hablamos sobre los seres bióticos y abióticos: los primeros están vivos, los segundos no. Nos enseñaron que dentro de esta última categoría se encontraba el agua, ya que era un «ser sin vida», pero ¿realmente es así? También nos explicaron que los recursos naturales son productos de la naturaleza utilizados para saciar las necesidades de las personas. Estas ideas refuerzan el pensamiento de que todo lo que nos rodea tiene que tener una utilidad para nosotros, los seres humanos; este es un pensamiento antropocéntrico que reafirma la idea de superioridad de la humanidad por sobre el resto y nos separa de nuestra característica social e interdependiente con los habitantes del planeta.
Pareciera que los seres bióticos son lo primordial y los abióticos sólo sirven para que esa vida sea posible. Pero si pensamos en una piedra, una mesa o una hoja cayendo, ¿estas no tienen vida, movimiento? ¿Sólo nos sirven para algo, o pueden conllevar algún sentimiento o significado personal? Tal vez a simple vista no veamos su movimiento, pero todo se mueve: una hoja, por ejemplo, se descompondrá y será abono, o una mesa de a poco se llenará de rayones y recuerdos y, en algún momento, también será tierra.
Nos queda claro que el Agua es imprescindible para la vida y que los demás seres también lo son para ella; formamos parte de un ecosistema biodiverso e interconectado. Tal vez nos pensamos lejos de la naturaleza, pero somos una parte de ella, y puede que estemos más cerca de lo que creemos. Podemos pensar varios ejemplos donde se vinculan el cuerpo humano y el territorio: las cuencas y los pulmones (Cultura del Agua Entre Ríos [CAER], 2023a, 2m07s), el llanto y la lluvia, el pasto y el vello corporal, las ramas y los abrazos. También el agua se hace presente en nuestras cotidianidades: al cocinar, tomar mate o tereré, pasear por la Costanera, en la pesca, la navegación, la higiene personal, la limpieza. Y en cuestiones simbólicas como la música, la poesía, las palabras, la visualidad y las costumbres, el agua parece ser intrínseca a la identidad. Incluso nuestro cuerpo en su mayor parte es agua, en ese caso ¿el agua también carece de vida? Su presencia se nota, y su ausencia aún más. Es preciso reflexionar qué vínculo deseamos mantener con la naturaleza y con nosotres mismes, porque todo lo que le hacemos a ella, nos lo hacemos a nosotres también. En este punto cabe preguntarnos ¿cuál fue el primer acto de separación de ella? ¿Será cuando dejamos de agacharnos para ver nuestro reflejo en el Agua o cuando dejamos de tocar la Tierra?
¿Quién tiene más derecho al Agua?
Habitamos sobre el Acuífero Guaraní, un gran reservorio natural de agua dulce, y el Río Paraná, la segunda cuenca hidrográfica del continente y la cuarta más grande del mundo. Esta regula el sistema hidrológico al funcionar como una esponja que enlentece el flujo de agua del alto Paraguay, y retiene sedimentos y nutrientes que luego repone al suelo (Fundación Eco Urbano [FEU], 2004, p. 38). Aquí viven especies adaptadas a una dinámica fluvial cíclica; además, es el hogar de miles de familias costeras y forma parte de la identidad de millones de personas. En resumen, habitamos Entre Ríos, una provincia de Agua (p. 17). Sin embargo, muchas veces esto no parece ser razón suficiente para su protección, ya que los intereses económicos son más fuertes. Hay diversas y severas amenazas hacia los ríos, arroyos, cuencas, acuíferos y los cursos de agua en general, sean o no visibles. La presencia y la ausencia del Agua son una prueba de nuestro desequilibrado vínculo con este elemento, la Naturaleza y todas las formas de vida.
En Paraná, los desechos cloacales son vertidos al río Paraná. «La descarga incontrolada de aguas residuales sin tratamiento sobre cursos de agua superficiales» (FEU, 2004, p. 23) representa uno de los problemas de contaminación más graves. Los residuos de origen cloacal, industrial y los restos de agroquímicos, junto a otros contaminantes (p. 26), son grandes amenazas para las cuencas hidrográficas. Además, la mala gestión de los residuos sólidos urbanos hace que terminen en los cursos de agua y formen basurales, como en los Humedales del Oeste de Paraná.
Todo lo que acontezca en la cuenca, tendrá consecuencias en el resto de ella; como un espejo, el agua refleja lo que le sucede. Si hay una gestión deficiente de desechos en la cuenca alta, cualquier componente tóxico se bioacumulará¹ en la parte alta y afectará al resto del sistema aguas abajo, como expone el biólogo Alfredo Berduc en el podcast «Historias de Cuenca: Arroyo Las Conchas» (CAER, 2023a, 11m39s). En este sentido, podemos mencionar a los contaminantes emergentes: son microorganismos y sustancias químicas detectadas en el ambiente. En tal categoría entran los químicos provenientes del maquillaje, microplásticos y fármacos (Marino et al., 2013). Hay personas de la ciencia que hace años estudian el efecto de los agrotóxicos en anfibios; por ejemplo, confirman que hay diferencias en el comportamiento de anfibios cuando se exponen a estas sustancias (Basso et al., 2022). Además es preciso nombrar el proyecto SPRINT: este afirma que «la relación entre la exposición a ciertos pesticidas y sus efectos nocivos ha sido ampliamente probada y no puede ser ignorada» (Alaoui et al., 2024, p. 17), lo cual afecta a todo el ambiente, sin distinción alguna. Con complicidad política y empresarial, al ser modificados de diversas maneras, los ecosistemas se degradan cada vez más, poniendo en riesgo su equilibrio y salud.
El desmonte es otra de las causas y de los agravantes de las tierras erosionadas, las inundaciones y la sequía: la desaparición de la cobertura arbórea y otros componentes de la vegetación, simplifican y desequilibran los ecosistemas resultando en un cambio drástico en la dinámica del agua. La cuenca es todo territorio en el que el agua fluye y escurre hacia un lugar común (una cañada, un arroyo o el mismo río Paraná), que en un estado ambientalmente sano y deseable, infiltra, recarga acuíferos, llena lagunas, bañados y se libera lentamente. Al ser deforestada, deja de cumplir esta función y no logra estar a la altura de la cantidad de agua que llega, generando inundaciones cuando hay lluvias copiosas, y perdiéndose o secándose cursos de agua, napas subterráneas y lagunas cuando vienen tiempos de seca. La flora autóctona habita estos territorios de forma armónica con su entorno y está preparada para afrontar y amortiguar las lluvias. «El cultivo de la tierra en zonas no adecuadas, el pastoreo en exceso, la minería o la explotación forestal reducen la capacidad del suelo de retener agua» (FEU, 2004, p. 9); actividades que, además, recrudecen la contaminación por agrotóxicos.
¹ La bioacumulación es el proceso mediante el cual los organismos vivos acumulan sustancias químicas en su interior, logrando cada vez concentraciones más altas. Esto sucede con las personas y los alimentos; por ejemplo, si «el herbicida glifosato está presente en huevos y productos lácteos, dado que la sustancia química se acumula en el tejido de estos animales», también lo estará en los tejidos humanos (Capelluto, 2022, p. 19). Asimismo, este fenómeno puede presentarse en el suelo, llegando a persistir hasta tres años (p. 35).
Las ciudades y los terraplenes modifican violentamente los ambientes; así, las consecuencias mencionadas se acentúan con el aumento de zonas cubiertas por cemento, viviendas y shoppings que reemplazan el suelo y la vegetación nativa (FEU, 2004, p. 9). Por si fuera poco, el calentamiento global provoca el ascenso del nivel del mar (ídem), y por la deforestación se limita la capacidad de absorción de las precipitaciones y de suavizar los avances del agua cuando se presenta en grandes cantidades. Consecuentemente, el efecto de las lluvias se torna violento y los árboles no las resisten; así se da lugar a las inundaciones (CAER, 2023a, 11m04s), dispersando aún más la contaminación. De esta manera, carecemos de una estructura vegetal que absorba las lluvias y el agua pasa por arriba de la tierra², provocando erosiones y grandes cárcavas.
Todo ello no es una coincidencia ni son incidentes aislados, son consecuencias de proyectos extractivistas que explotan y saquean nuestros bienes comunes y alteran el ambiente en beneficio de unos pocos. La imposición de un sistema de producción y consumo diseñado para asegurar la comodidad del norte global resulta en la pobreza de países del sur global (FEU, 2004, p. 24); de igual manera, dentro del sur mismo, esta estructura también se reproduce, apoyando este sistema para un puñado de gente que ya tiene mucho y quiere aún más. En este contexto, unas naciones y personas parecen tener más derecho que otras sobre costas, lagos y acuíferos.
Esto se complejizaría si se regalan nuestros bienes comunes, como se pretende con el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) y el Régimen de Incentivo a las Nuevas Inversiones (RINI) en Entre Ríos, como expone Enrique Viale, abogado ambientalista (Emergentes TV, 2024). Estas iniciativas priorizarían a las empresas por sobre la ciudadanía ante una crisis hídrica, por ejemplo, profundizando aún más los desequilibrios socioambientales y económicos. Algo similar sucede con la Hidrovía Paraná-Paraguay, un proyecto nacido en 1987 que busca modificar el ecosistema desde Brasil hasta Uruguay para aumentar el tránsito de embarcaciones de carga de gran volumen. Además, pretende expandir aún más la frontera agrícola para sembrar monocultivos.
Sin embargo, Entre Ríos se ve amenazada por proyectos de esta índole hace tiempo. Entre 1996 y 1997 se unieron diversas personas y sectores del ambientalismo paranaense para posicionarse contra el represamiento del Paraná en su tramo medio. Tuvo como hito histórico un plan de protesta único, liderado por Cosita Romero y Raúl Roco: una travesía desde la represa Yacyretá hasta Paraná, remando río abajo para difundir la situación en escuelas, facultades y medios de comunicación. Esta gesta histórica sentó un precedente mundial al aprobarse la Ley 9092/97 para evitar la construcción de represas hidroeléctricas en nuestra provincia, como contó Romero cuando visitamos el Islote (comunicación personal [CP], 21 de julio de 2024). Además, marcó un antes y un después en los movimientos ambientalistas y sociales de Entre Ríos y toda la región (FEU, 2004, pp. 33-34) al demostrar que se pueden confrontar proyectos megamillonarios, aunque nos parezca difícil o lejano. Entonces, nos queda claro que «son las embarcaciones las que deben adaptarse a los ríos, y no los ríos a los barcos» (p. 39).
² Para observar esto de manera didáctica y visual, el video de Sergio Moya puede ser de gran ayuda: https://www.instagram.com/reel/CzEtZaBvQek/
Las cuencas y sus habitantes: un vínculo intrínseco
Las cuencas proporcionan múltiples beneficios ecosistémicos, como el almacenamiento de agua, la facilitación de acceso para el consumo, y la regulación de su flujo y calidad. También ofrecen ventajas ambientales al mitigar el cambio climático y actuar como importantes reservorios de biodiversidad. Además, tienen un impacto socioeconómico significativo: son espacios donde diversos actores y comunidades encuentran sustento, forjan experiencias y crean recuerdos valiosos, atravesando sus vidas. Por último, es fundamental su aspecto cultural: las personas se ven atravesadas por las cuencas al afectar sus costumbres, discursos y hábitos, y también sucede en el sentido inverso (Cultura del Agua Entre Ríos, s.f., p. 8). Las innumerables obras artísticas, muchas de ellas inéditas, son prueba irrefutable de la relevante afectación de los territorios de agua en las personas.
Entonces, ¿el agua es un ser abiótico, sin vida? El Agua nos cuenta sobre el dinamismo, la habilidad de transformarse, de moverse, de ser. De eso hablamos con Cosita Romero cuando fuimos al Islote: el movimiento constante del Agua y, consecuentemente, de la Tierra (CP, 21 de julio de 2024). Sabemos que el Agua es necesaria para la vida por una cuestión fisiológica, pero como entrerrianes podemos pensar que también la precisamos por cuestiones identitarias, personales y simbólicas. En el podcast mencionado (CAER, 2023a), Alfredo da cuenta de esto: por estudio se alejó del Río y volvió luego de cinco meses; al llegar a la isla y sentir su olor, se desarmó en llanto y observó cuánto añoraba este lugar (16m39s). Laura, por ejemplo, comentó que al Agua la reconoce conscientemente en el Río y en necesidades como sumergirse en el agua, en sus pensamientos, palabras, adjetivos y forma de hablar (Laura Correa, CP, 23 de agosto de 2024). Felipe siente que es «parte de donde vivo, es familia» (Felipe Nadal Viñals, CP, 23 de agosto de 2024).
A veces, cuando tomamos distancia física o racional, podemos hacer presentes los sentimientos profundos que nos atraviesan; puede ser al escuchar una canción, leer una poesía o tener una charla. La identidad cala hondo en nuestro ser y sucede de diversas maneras, y parece ser que el Agua para les entrerrianes es intrínseca a su identidad. Porque ¿cómo no sentir el dolor adentro al ver decenas de peces, de seres hermanos, muertos en la orilla³? ¿Cómo podríamos no sufrir cuando vemos las islas incendiadas, si vimos crecer a los animales que habitaban allí? ¿Cómo no emocionarnos al escuchar «Río de los pájaros» si con esa canción nos acunaban de pequeñes? Como dijo Ariana Leonardi, «cada uno de los ríos y arroyos que atraviesan nuestros territorios, también nos atraviesan corporalmente … porque nuestra historia siempre se desarrolló al lado de un … curso de agua. La persona esté consciente o no de ello, el agua es parte fundamental de nuestra construcción como entrerrianes» (CP, 23 de agosto de 2024).
³ En una localidad entrerriana, se encontraron peces muertos en el Río: https://www.maximaonline.com.ar/Nota-79236-se_reitera_la_aparicin_de_peces_muertos_en_nuestros_ros. De este dolor también habla la canción «Padre» de Joan Manuel Serrat: https://youtu.be/ouoNU4n6bg0
Hay personas que tienen que «emigrar de sus ciudades a causa de la falta de agua» (FEU, 2004, p. 8). Y hay comunidades donde el ciclo acuático estructura su vida, como en el Delta del Paraná, donde los hogares están elevados para prevenir inundaciones en sus casas. También, los pescadores paranaenses nos enseñan del ciclo del Agua, vital para comprender nuestras vidas. Tincho Martínez, productor agroecológico y habitante de la cuenca, comparte que «el arroyo siempre tiene sus ciclos a los cuales nos hemos tenido que acostumbrar y respetar, que son los periodos de poca agua, pero … combinados con momentos de lluvias importantes que hacen que el arroyo se desborde» (CAER, 2023b, 2m55s). Si entendemos que hay diversas formas de habitar y vincularse con nuestros territorios, tal vez podríamos hablar de «Culturas de Agua». Observamos que este elemento y los territorios son parte de nosotres más allá de lo tangible y cuantificable, y algunas veces no proviene de un deseo consciente, aunque luego esta decisión se afirme al elegir identificarse con él. Parafraseando a Ariana, al recordar lo que tiene el río de fondo, se lo quiere cuidar amorosamente; no sólo porque es una necesidad fisiológica, sino también para que siga siendo escenario de nuevos recuerdos (Ariana Leonardi, CP, 23 de agosto de 2024).
Ante las amenazas mencionadas, es preciso generar una gestión integral de las cuencas: una red sana y soberana donde todes les habitantes del lugar sean considerades de manera justa y equitativa desde una visión de la cuenca «como unidad integradora del sistema» (FEU, 2004, p. 26). En pos de ello es necesario entender a las cuencas como unidad territorial, dinámica e interconectada (CAER, 2023a, 11m32s), donde cada cambio tiene consecuencias en el resto del entorno. Tanto en los territorios como en la sociedad, todo lo que le sucede a una parte del ecosistema repercute directa o indirectamente en el resto. Entonces, la forma de gestionar la cuenca alta influye en la media y la baja, pero también en sí misma; por ejemplo, si en la cuenca alta hay una buena gestión, luego no habrá sequía (CAER, 2023a, 11m46s).
Esto debe replicarse mediante la regulación de los recursos, los efluentes, los residuos sólidos urbanos, el desmonte, la pesca y cualquier acción. Como nos propuso Raúl Roco (CP, 30 de noviembre de 2006), defensor del Río, debemos imaginar la co-construcción de un modelo económico, social, político y ambiental de manera responsable, consensuada y coordinada, con beneficios reales y justos para cualquier habitante de la cuenca. Así, es necesario encontrarnos para evitar el saqueo y la explotación de nuestros Ríos e identidades; lo que le sucede al Agua, también nos atravesará a nosotres. Como dijo Cosita en el Islote: «¿cómo le vamos a regalar el Río a un país que nada tiene que ver con nosotros?» (CP, 21 de julio de 2024). Tenemos que hacer frente de manera conjunta y desde distintos frentes: al remar Río abajo dando a conocer las amenazas, al dejarnos llevar por el remanso o al aprender sobre la flora y fauna nativas, construyendo Culturas de Agua. Queda claro que es necesario habitar nuestras Aguas, ya que no se ama lo que no se conoce y no se cuida lo que no se ama.
Conclusiones
Vivimos en territorios de Agua de gran importancia biológica, pero amenazados y violentados por sectores socioeconómicos con mirada antropocéntrica e individualista que responden a intereses del norte global y de quienes más poder adquisitivo tienen. Las inundaciones y las sequías, los desmontes y las invasiones de especies exóticas, la expansión del cemento y la frontera agrícola, los residuos y los basurales, los efluentes cloacales e industriales, los agrotóxicos y otros contaminantes… Todo es parte de un sistema de producción y consumo extractivista que violenta al ambiente y sus habitantes, en pos de asegurar la comodidad de unas personas. Además, proyectos como el RIGI, el RINI y la Hidrovía, sólo harían más profunda y compleja la situación.
Lo compartido nos demuestra que la amenaza hacia el Río también está dirigida hacia la identidad de quienes habitamos el lugar, seamos personas, flora o fauna. Datos como el tamaño de un área protegida son números que se contabilizan, pero la experiencia, la identificación y el cariño por nuestros territorios de Agua son inconmensurables, no pueden ponerse en números. Nada se compara con la emoción al escuchar el canto de un ave o ver el atardecer en el Río; tal vez quienes no se reconocen en él y lo explotan, necesitan sentir este amor para poder cuidarlo. Como comentó Joaquín Ramallo (CP, 19 de agosto de 2024), si toda comunidad tiene su Cultura del Agua, abunde o falte esta, puede que sus acciones sean un reflejo de quiénes son y del vínculo lejano que tienen con los ecosistemas y con elles mismes.
Nos queda claro que este elemento es indispensable por necesidades fisiológicas, identitarias, personales y simbólicas, y no sólo por lo biológico como nos enseñaron. Pareciera que no somos seres tan individuales ni estamos tan lejos de la naturaleza como creíamos. Tal vez es cuestión de despertar o recordar⁴ el amor por un territorio (CAER, 2023a, 16m02s). Nuestro vínculo con la naturaleza, de la que somos parte, persiste una y otra vez (Comadre.ando, 2024). La fuerza y el valor del Agua nos llama a dejar todo para que la vida vuelva a florecer; así, se cuela en cada intersticio al traernos su cariño y cuidarnos en su regazo, atravesándonos y abrazándonos con su remanso.
⁴ Podemos pensar en la etimología de «recordar»: pasar de nuevo por el corazón para volver a sentir nuestra relación con la naturaleza.
Referencias
Alaoui, A., Christ, F., Silva, V., Vested, A., Schlünssen, V., González, N., … & Geissen, V. (2024). Identifying pesticides of high concern for ecosystem, plant, animal, and human health: A comprehensive field study across Europe and Argentina. Science of the total environment, 948, 174671.
Bassó, A., Devin, S., Peltzer, P. M., Attademo, A. M., & Lajmanovich, R. C. (2022). The integrated biomarker response in three anuran species larvae at sublethal concentrations of cypermethrin, chlorpyrifos, glyphosate, and glufosinate-ammonium. Journal of environmental science and health. Part. B, Pesticides, food contaminants, and agricultural wastes, 57(9), 687–696. https://doi.org/10.1080/03601234.2022.2099197
Capelluto, M. F. (2022). Responsabilidad Civil extendida al productor por la enfermedad y muerte producto del mal uso y manipulación de Agrotóxicos y sus residuos peligrosos en la República Argentina [Tesis de Doctorado, Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales]. http://dspace.uces.edu.ar:8180/jspui/bitstream/123456789/6366/1/Capelluto-Responsabilidad.pdf
Comadre.ando [@comadre.ando]. (27 de agosto de 2024). Pintan la esperanza como este ser delicado y efímero, pero cuando pienso en ella como si fuera una persona, la [Fotografía]. Instagram. https://www.instagram.com/p/C_KFX2_ue1K/
Cultura del Agua Entre Ríos. (s.f.). Historias que cuentan nuestras cuencas. Programa Provincial de Cultura del Agua. https://drive.google.com/file/d/1651d3yJ0XJy8SA262c-IjvBfPl5zHD-1/view?usp=drive_link
Cultura del Agua Entre Ríos. (9 de diciembre de 2023 -a-). Capítulo 1 – La trama de la cuenca. [Archivo de Vídeo]. Youtube. https://youtu.be/OkzqDeTvQYw
— (9 de diciembre de 2023 -b-). Capítulo 2 – La cuenca amenazada. [Archivo de Vídeo]. Youtube. https://youtu.be/TV9_aBcHIyw
Emergentes TV. (4 de agosto de 2024). Entrevista a Enrique Viale: “Milei vendió la Argentina con el RIGI”. [Archivo de Vídeo]. Youtube. https://youtu.be/0jwkKMKARb8
Fundación Eco Urbano. (2004). Agua y cultura ambiental. Conociendo nuestra naturaleza.
Ley 9092 de 1997. Anti-represa. 26 de septiembre de 1997.
Marino, D. J. G., Carriquiriborde, P., Ronco, A. E., y Elorriaga, Y. (2013). Contaminantes emergentes: productos farmacéuticos en el medio ambiente. En VII Congreso de Medio Ambiente.