Por Taller Ecologista
La Hidrovía Paraguay-Paraná constituye en Argentina la
infraestructura más importante para el desarrollo de los agronegocios, en
especial el tramo Santa Fe-Océano. Actualmente, a través de esta vía navegable,
nuestro país canaliza alrededor del 80 por ciento de las exportaciones y el 95
por ciento de las importaciones, siendo la provincia de Santa Fe el área más
afectada.
La Hidrovía fue puesta en marcha durante la década de 1990
en el marco del Acuerdo Mercosur, y cobró mayor desarrollo durante el siglo XXI
funcionando como un eje de la conocida Iniciativa para la Integración de la
Infraestructura Regional Suramericana (Iirsa —iniciativa nacida en 2000 y que
incluye a 12 países—).
El proyecto original abarca 3442 kilómetros, recorre los
ríos Paraguay y Paraná desde Puerto Cáceres (Brasil) hasta Puerto Nueva Palmira
(Uruguay). Hasta el momento, no todos los tramos fueron desarrollados de manera
completa ni todos los proyectos asociados a la misma han sido concretados.
Desde 1995 el emplazamiento de la Hidrovía en Argentina
significó, de hecho, la privatización del río Paraná. En ese año se
concesionaron las obras de acondicionamiento del río a cambio del cobro de
peajes al consorcio Hidrovías S.A. conformado por la empresa belga Jan De Nul y
la argentina Emepa. Inicialmente la concesión se otorgó por diez años y en
2010, luego de un proceso de negociaciones entre usuarios de la Hidrovía y el
Estado, se extendió hasta abril del 2021.
La Hidrovía hoy: la participación ciudadana sigue ausente
El gobierno nacional lanzó en agosto de 2020 la propuesta de
constituir una Agencia Federal de Regulación de la Hidrovía Paraguay-Paraná,
que estaría integrada por las provincias ribereñas de los ríos Paraguay y
Paraná (Buenos Aires, Chaco, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Misiones y Santa
Fe) y por el Estado nacional. Asimismo, anunció la constitución de Hidrovía
Sociedad del Estado, empresa pública que sustituiría al consorcio Hidrovía
Sociedad Anónima, con el objetivo de recuperar la gestión estatal de la vía navegable
y el cobro de peaje. En noviembre del mismo año, con el decreto 949/2020 el
ejecutivo nacional se desentendió de la posibilidad de concretar la
estatización e instruyó al Ministerio de Transporte a organizar y lanzar una
licitación pública nacional e internacional para continuar con el régimen de
concesión de obra pública por cobro de peaje y a riesgo empresario.
Sin embargo, la intención de contar con una mirada federal
sobre el proceso de elaboración de pliegos de la licitación prevista se materializó
en las reuniones del Consejo Federal de la Hidrovía (CFH) durante febrero y
marzo de 2021, en las que participaron los gobiernos nacional y de las siete
provincias. También participaron como observadoras organizaciones sindicales,
cámaras empresariales, instituciones universitarias y organizaciones de la
sociedad civil, entre ellas Taller Ecologista (Rosario), Fundación Cauce
(Paraná) y Fundación Humedales (CABA). Estas tenían la posibilidad de elevar
propuestas a las comisiones de planificación estratégica y económica, de obras
e infraestructura y de ambiente, que el CFH tomaría como insumos para la
elaboración de pliegos, aunque sin carácter vinculante.
La propuesta presentada por Taller Ecologista, Cauce y
Fundación Humedales —avalada por más de cincuenta organizaciones sociales y
ambientales argentinas y de otros países de la región—, abarcó cuatro aspectos:
garantizar el acceso a la información pública en todo lo concerniente a la
gestión de la hidrovía; desarrollar estudios de impacto ambiental integrales
con metodologías adecuadas a las complejidades de los ecosistemas y comunidades
afectados por el proyecto y las obras, y llevar a cabo una evaluación ambiental
estratégica sobre la política de infraestructura y navegación fluvial en la
Argentina; constituir el órgano de control previsto y nunca creado, que
incluyera diferentes actores (no sólo los gubernamentales y empresariales); y
asegurar la efectiva participación ciudadana en todos los procesos decisorios
sobre la hidrovía.
Con el correr de los meses y ante cambios en la cartera
nacional de Transporte, el proceso de cierta apertura y participación limitada
iniciado por el Consejo Federal se fue desvaneciendo y tornándose nuevamente
hermético. Con el decreto nacional 427/2021, el Ejecutivo otorgó la gestión de
la vía navegable troncal a la Administración General de Puertos Sociedad del
Estado (AGP), ente estatal que hasta ese momento no contaba con competencias en
obras de dragado y balizamiento en canales navegables y la facultó para
realizar contrataciones directas y licitaciones cortas. Y mediante el decreto
556/2021 creó el Ente Nacional de Control y Gestión de la Vía Navegable, con
sede en la ciudad de Rosario, con el objetivo de percibir el peaje como tarea
primordial. Este organismo descentralizado del Ministerio de Transporte no incorporó a las organizaciones sociales en ninguna
instancia de su estructura institucional, desatendiendo el rol de la
participación ciudadana en la planificación y el control de vía
navegable, fundamentalmente en sus aspectos socioambientales.
A esta falta de participación de organizaciones sociales, se
suma la de las comunidades afectadas por esta infraestructura. En los últimos
meses, vecinos de Villa La Rivera, situada en cercanías de los complejos
agroportuarios del Gran Rosario (Santa Fe), vienen reclamando obras viales que
ordenen el intenso tráfico de camiones que bloquea los accesos a la localidad.
En Ramallo (Buenos Aires) organizaciones y vecinos se movilizaron al detectar
la realización de obras de dragado en el paso de la Isla Las Hermanas, a la
altura de esa localidad, sobre las que no disponían de información alguna.
En casi 30 años de funcionamiento de la Hidrovía, los
sucesivos gobiernos no habilitaron canales de comunicación y de participación efectiva que se oriente a la democratización
de las decisiones, que no incumben sólo al canal navegable sino a un
amplio territorio asociado que sufre las consecuencias de sus dinámicas.
Los déficits ambientales de la Hidrovía
Para los intereses del mercado es importante separar la
cuestión denominada “ambiental” (lo estrictamente biofísico) de la cuestión
social, en aras de desarmar la conflictividad que este tipo de obras provoca en
los territorios. Acorde a tal lógica, los estudios de impacto ambiental
oficiales realizados desde los inicios de la concesión, siguieron métodos
tradicionales de evaluación; es decir, se enfocaron en los procesos biofísicos
sin contemplar la diversidad de implicaciones que la vía navegable posee en los
territorios productores y procesadores de las commodities transportadas en
barcazas y buques oceánicos.
No se realizaron evaluaciones de impacto ambiental
integrales y rigurosas sobre el funcionamiento de la Hidrovía. Los estudios han
sido parciales, por tramos de los ríos involucrados, y no contemplan aspectos
relevantes vinculados con las poblaciones y los territorios afectados. En
efecto, estos estudios se centran en aspectos biológicos y del medio biofísico
(por ejemplo, población ictícola y microorganismos, calidad del agua, flora
acuática), e impactos derivados de la navegación y de las obras de dragado; y
utilizan metodologías basadas en recopilación de análisis y bibliografía de
antecedentes, sin desarrollar investigaciones in situ (es decir, en el río) o
de laboratorio.
Esta es una situación que pareciera se repetirá en el actual
proceso licitatorio. Según información periodística reciente, la Administración
General de Puertos firmó un convenio con la Universidad Nacional de La Matanza
para llevar adelante estudios de impacto ambiental de la Hidrovía que
mostrarían el mismo déficit que los anteriores, al no contemplar los impactos socioecológicos territoriales.
Profundizar el modelo con más impactos negativos en el
río y la sociedad
El recientemente lanzado Plan Argentina Productiva 2030
tiene entre sus objetivos duplicar las exportaciones y llevarlas de las
actuales 87.000 millones a 174.000 millones.
Al ser la Hidrovía la principal infraestructura destinada a
la exportación, esta meta exigiría la profundización del río para
ampliar la capacidad de carga de los buques interoceánicos y facilitar su
navegabilidad.
Luego de 27 años de funcionamiento
de la vía navegable, y de los profundos impactos que el modelo agroexportador
tuvo en el país, desde las esferas de decisión no se ha tomado ninguna medida
que los contemple, muy al contrario, se pretende ampliar la navegación bajo una
gestión privatista siguiendo esquemas de los 90, sin realizar evaluaciones y
estudios ambientales adecuados. Por lo tanto, el plan implica profundizar el
modelo, profundizar el río y profundizar los impactos sociales y ambientales en
las poblaciones y los territorios.
Ante esta situación y en el marco del actual proceso de
planificación de la futura vía navegable, incierto y con falta de claridad,
objeto de numerosos lobbys y presiones por parte de actores económicos y
gubernamentales (internacionales, nacionales, provinciales y locales), es que
desde nuestras organizaciones sostenemos que es fundamental que el gobierno
nacional y los provinciales garanticen espacios de participación ciudadana y el
acceso a la información pública efectivos, de manera que la ciudadanía y las
comunidades afectadas podamos intervenir en las decisiones que afectan nuestras
vidas y las de nuestros ríos y territorios.
Via Agencia Tierra Viva
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