Más de 500 pescadores y ningún pescado.
Ese fue el saldo de la Fiesta Nacional del Pacú 2022, que cada
final de verano se organiza en la localidad correntina de Esquina y
terminó sin ninguna captura ante la sorpresa general. A principios de abril,
otro encuentro de pesca deportiva, la Fiesta Provincial del Surubà entrerriano
de La Paz, encendió otra luz de alerta: apenas 13 piezas salieron
de las aguas marrones del rÃo Paraná. A eso se sumó un dato más: en
el 35° Concurso Argentino de Pesca del Surubà que se hizo hace
tres semanas en Reconquista, Santa Fe, salieron solo 50 ejemplares
de ese emblemático pez litoraleño, contra 503 en 2019.
Tras casi tres años de bajante extraordinaria y
ningún plan de manejo especÃfico para gestionar el recurso,
existen señales que indican que las poblaciones de peces del
rÃo Paraná sufren el impacto de la prolongadÃsima falta de agua (que afecta sus
ciclos reproductivos), asà como las consecuencias de
la presión pesquera en un escenario natural muy frágil.
“Son datos muy preocupantes, no sabemos realmente cuánto va
a aguantar este ecosistema medianamente saludable. Está claro que lo estamos perdiendo por la presión humana y
ya vemos que hay especies en remisión y una gran baja
de la biodiversidad tras las quemas de los dos últimos añosâ€,
apuntó Andrés Sciara, exdirector del Acuario de Rosario y
actualmente decano de la Facultad de BioquÃmica de la Universidad
Nacional de Rosario (UNR).
Menos abundancia
“Después de más de 1000 dÃas de bajante, la situación del
recurso, claramente, no es la mejorâ€, sintetizó Adolfo EspÃnola,
integrante del Consejo Provincial Pesquero de la provincia
de Santa Fe. Si bien el Paraná muestra un repunte en el caudal desde
hace algunas semanas, el perÃodo de reproducción de los peces
ya pasó. “Venimos de dos años casi sin reproducción por
la falta de agua, y de un tercer año con fallas. El impacto de esto se verá en
un tiempo, cuando los peces que tendrÃan que haber nacido desde mediados de
2019 hasta ahora simplemente no esténâ€, agregó.
La prolongada y pronunciada bajante de los rÃos que
componen la cuenca del Paraná desconectó al sistema de lagunas y
riachos, donde los peces juveniles encuentran alimento y refugio. Según
explicó EspÃnola, la cohorte de peces que sustenta la pesquerÃa en
el Paraná nació más que nada en el ciclo 2009/10 y algo en 2015/1016, aunque
menos abundante.
El experto explicó que para garantizar un ciclo
reproductivo exitoso hacen falta al menos tres condiciones: un
nivel hidrométrico óptimo, la temperatura del agua templada y una creciente que
dure en el tiempo. “Esto permite que cuando los peces desovan en el cauce
principal las larvas encuentren alimentación durante su deriva, y puedan luego
ingresar a los cauces secundarios donde encuentran alimento y refugio.
Todo eso hace al menos dos años que no ocurreâ€, añadió EspÃnola.
Presión humana
Para Sciara, el problema principal
no es la bajante, que forma parte del ciclo natural de los humedales
del corredor Paraná-Paraguay, sino la acción
humana: “La bajante no es la peste, tuvimos situaciones como esta y
el rÃo está preparado para estos comportamientos del flujo hÃdrico. El problema es un nivel de actividad antrópica jamás
vista en la cuenca, donde hay de todo: la pesca industrial, el uso de las
tierras, la ganaderÃa, los endicamientos, las construcciones, la hidrovÃa y la
contaminación. ¿Cuánto tiempo falta para que el sistema colapse?â€, se
preguntó el cientÃfico.
Este nuevo escenario de bajante extraordinaria y fuerte
intervención humana sobre la cuenca plantea preguntas no resueltas aún, también
para la pesquerÃa. “La bajante hizo que las poblaciones de peces se confinaran
y hubo mucha actividad pesquera en esos puntosâ€, subrayó Sciara.
Ni datos ni control
Sumar datos sistematizados e instancias de control es
tarea pendiente para los gobiernos nacional y provinciales. “No
sabemos el impacto ambiental de las actividades de pesca. En Santa Fe la
pesca deportiva está permitida con devolución obligatoria, pero no hay registro
de guÃas para tener datos de los peces de captura. Tener ese registro serÃa
necesario para saber dónde estamos paradosâ€, dijo EspÃnola.
Si bien a nivel nacional existe el proyecto Ebipes (evaluación
biológica y pesquera de especies de interés deportivo y comercial en el rÃo
Paraná), su impacto en la generación de datos es parcial, ya que los estudios
se hacen en lugares acotados, alejados del cauce principal.
“Hay poca información sistematizada y muy pocos muestreos
que permitan sacar conclusiones generales. A lo sumo se estudia el 10% de su
gran biodiversidad, sobre todo las especies comerciales como el
sábaloâ€, sostuvo Sciara.
Tampoco existió acción institucional para enfrentar el
escenario de bajante, al menos en Santa Fe: según relató EspÃnola, no hubo
ninguna reunión del Consejo Provincial Pesquero en lo que va
del año (la primera de 2022 debió hacerse en marzo) y la audiencia anual de
pesca no se hace desde antes de la pandemia.
Segundo semestre, en duda
Si bien en las últimas semanas el Paraná registró
un mejor nivel de sus aguas (en Rosario marcó cerca de 2 metros de altura esta
semana, menos que los 3,60 metros promedio para abril, pero mucho más que los
-0.49 de mediados de enero), todavÃa no está claro si el ciclo de bajante que
atraviesa desde julio de 2019 está llegando a su fin.
Según Carlos Ramonell, experto de la Universidad
Nacional del Litoral, durante el segundo
semestre el rÃo volverá a mostrar un nivel de aguas bajas, muy
probablemente no tan extremo como durante el año pasado, pero sà notorio. De
igual manera, desde el Instituto Nacional del Agua se señala
que aún persiste un “alerta por bajanteâ€, ya que
la perspectiva climática al 30 de junio sigue siendo desfavorable. “PodrÃa nuevamente establecerse una condición de escasez en
la región, que dé lugar a una nueva tendencia descendente hacia
aguas bajasâ€, dice el último reporte del INA.
La Nación
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